sábado, 28 de febrero de 2015

Capítulo extra "Jesenoma" 4º Parte

   

  El despertador sonó implacable mientras la pareja dormía abrazada. En poco menos de dos horas realizarían los exámenes teóricos de acceso. Nyree besó a Maui en la frente y lo despertó.

-Arriba, tienes que ducharte, no pretenderás ir así al examen.

   Maui abrió los ojos, y le devolvió el beso a Nyree. Era un día importante, se decidiría su futuro. Tras ducharse y desayunar, salieron del apartamento. Ninguno de los dos decía nada de lo ocurrido la noche anterior. Caminaban juntos, sin tocarse, tan sólo hablaban del examen. Maui se sentía mal, le apetecía abrazar a Nyree, agarrarla de la mano y besarla, pero ella parecía reacia a ello. En realidad, la joven estaba nerviosa, al igual que Maui. Se jugaba mucho en este examen.

-Si en lugar de habernos pasado la noche follando como conejos, hubiéramos repasado, ahora estaría mucho mas tranquila -bromeó Nyree-.

Maui miró sorprendido a Nyree, no supo que responder.

-Sigues sin entender mi sentido del humor... vete acostumbrándote.

   Nyree guiñó un ojo a Maui y le regaló un fugaz beso en los labios. El maorí sonrió, se quedaba mas tranquilo. Al llegar a la entrada de la academia, todos parecían mirar a la peculiar pareja. Una mujer de ese calibre al lado de un maorí... no era algo muy común. El ambiente general era de nervios y de tensión. Todo el mundo repasaba y consultaba libros. Los rumores sobre las preguntas que podrían caer en el examen eran incesantes. Algún ataque de histeria, algún berrinche, multitud de café y de nicotina... ambiente de exámenes.

   En las puertas de los pabellones estaba la lista en la que aparecía la distribución de las aulas en las que se realizarían los exámenes teóricos y los horarios. La mañana iba a ser dura. Mas de 5 horas por delante en la que realizarían varias pruebas de conocimientos. A medida que llegaban, se iban sentando en sus pupitres. Maui se sentó cerca de Nyree, no fue casualidad, se sentaban por orden alfabético. Maui se apellidaba Hika y el apellido de Nyree era Hoffman.

   Entre cada pupitre había una separación de un metro escaso. Para evitar que nadie tuviera la tentación de copiar, se repartieron 2 modelos distintos de exámenes entre los presentes. Las pruebas eran de tipo test, en el que se debería elegir una respuesta de las cuatro que se ofrecían, cada alumno tenía una hoja de respuestas que debería cumplimentar. Sería el único papel que se entregaría al terminar cada examen. La primera prueba de conocimientos era la relativa a legislación y conocimientos generales, no era sencilla, las preguntas eran rebuscadas y confusas, muchas de ellas inducían al error por su contexto. Maui se quedó completamente en blanco, no se había preparado tanto como pensaba que lo había hecho. Le inquietaba sobremanera verse en blanco y ver al resto de gente rellenando casillas sin parar. De reojo miraba a Nyree, no paraba de escribir. Uno de los examinadores, el mismo que había hecho las cuentas de las flexiones el día anterior le miraba y sonreía. Parecía que se alegraba de ver al maorí en apuros. El tiempo transcurría y Maui no avanzaba, se desesperaba al ver las preguntas, era realmente difícil, incluso juraría que alguna estaba mal redactada, ya que conocía la respuesta de la pregunta que se planteaba pero no encontraba una opción válida. El maorí rellenó como pudo su hoja de respuestas, aunque no las tenía todas consigo. Tras una hora y media, recogieron los exámenes y todo el mundo salió del aula a tomar un descanso antes de la siguiente prueba. Maui se acercó a Nyree.

-¿Qué tal el examen? Sencillo, ¿no? –Preguntó risueña la rubia-
-No se el tuyo, pero el mió era dificilísimo. Respondió Maui
-¿Me estás hablando en serio? El mió era muy simple, no creo que haya tanta diferencia entre un modelo de examen y otro.
-Te aseguro que el mió era muy enrevesado.
-¿Qué modelo de examen tenías? Yo tenía el modelo A
-Yo también -contestó confuso jesenoma.-

   Tras comparar varias preguntas del examen de Jesenoma, ninguna coincidía con las del examen de Nyree, al parecer, se la habían jugado. Los examinadores le habían puesto un examen exclusivo.

-Por eso se reía ese cabrón... -pensó en voz alta Maui-.

   Nyree estaba indignada, quería ir a reclamar, pero Maui se lo impidió. Le habían tendido una trampa y no podía demostrar que realmente había realizado un examen distinto. Ese día por la tarde, se colgaron las calificaciones de los asistentes. El maorí tenía una nota muy baja,  su nombre ni siquiera aparecía en la lista de seleccionados para seguir con el proceso selectivo. Para él, el sueño ya había terminado. Estaba frustrado y furioso.

   Esa noche, Nyree invitó a cenar a Maui en un pequeño restaurante cercano a su casa. Quería animarle, el batacazo que se había llevado había sido muy grande. Por otra parte, no quería perderle. Lo de la noche anterior había significado mucho para ella.

-¿Qué vas ha hacer ahora? Preguntó Nyree a Maui mientras le acariciaba la mano.
-No lo se, supongo que tendré que volver a casa.
Nyree guardó silencio, esperaba a que Maui le dijera que no se quería ir, que quería quedarse con ella... El maorí lo deseaba realmente, pero no podía desaparecer sin más de su casa y además era una locura, acababan de conocerse.
-No quiero que te vayas... -replico Nyree con voz dulce y tímida-. Ya se que acabamos de conocernos, pero no quiero que esto se quede en un encuentro de una noche.
Maui se derretía por dentro, el tampoco quería irse de su lado.
-No tengo trabajo, y visto lo visto, no creo que pueda llegar a ser policía.
-Bueno, hace poco que me compre el apartamento, no fue muy caro porque necesitaba algún que otro arreglo. Necesito pintar la casa, arreglar algún desperfecto... puedo contratarte, serías mi chico de mantenimiento. -Propuso de forma precipitada- Además, alguien tendrá que hacerse cargo de “Chips” mientras estoy en la academia, si es que llego a entrar. Podrías vivir en mi casa de momento.

   Maui sonreía mientras acariciaba la mano de Nyree. Le encantaba la idea de quedarse con ella. Sabía que era algo precipitado, pero realmente quería hacerlo. La nueva pareja sellaba su acuerdo con un tierno beso. En este punto daba comienzo la etapa mas dulce y empalagosa de la vida de Maui y de Nyree Todo era mágico y las mariposas revoloteaban en sus estómagos continuamente. La gente les envidiaba y repudiaba a partes iguales. Nyree procedía de una familia de origen inglés asentada desde hacía años en Wellintong. Su padre, Carl Hoffman, ex oficial de las S.A.S. Británicas, se había licenciado hacía unos años. Resultó herido durante una misión en Europa del Este. Le había quedado una buena pensión lo suficiente para vivir bien con su esposa y darle algún capricho a su única hija.

   Hoffman no tardó en cogerle aprecio Sabía que el maorí era un buen chico y que haría cualquier cosa por su hija. Los meses pasaron. Nyree obtuvo su empleo como policía y Maui seguía sin trabajo. Llevaba tiempo valorando la opción de alistarse a las fuerzas armadas. Al principio había desechado la idea. El ejército había degenerado demasiado en las últimas décadas. El baremo de entrada era ridículo, las posibilidades de entrar en conflicto como fuerza de apoyo a la corona británica eran muy altas y el sueldo era extremadamente bajo para la clase de tropa. Las largas charlas con su suegro le habían hecho cambiar de idea poco a poco. Al menos, tendría una fuente de ingresos, por pequeña que esta fuera.

   El empujón definitivo sucedió la mañana en la que Nyree le dio la noticia que cambiaría su vida. La joven le sentó en el sofá y le dijo que desde ese momento, en esa casa habría el doble de amor. Maui pensó que Nyree se refería a que también lo harían por las mañanas, lo cual le alegró bastante, pero nada más lejos de la realidad. Nyree estaba embarazada. No era un embarazo buscado, pero sería bienvenido. Sintió alegría y miedo a partes iguales. Por un lado estaba encantado. Amaba a Nyree y desde que estaban juntos, fantaseaba con formar su propia familia, aunque no de forma tan inminente. Aun era muy joven y no tenía trabajo.

   Esa misma mañana, Maui fue al centro de reclutamiento. Aunque Nyree tuviera un trabajo estable y un buen sueldo, quería demostrarle a todo el mundo que estaba preparado para mantener a su familia. El siguiente ciclo de instrucción daría comienzo en tres meses. Con los papeles de inscripción en la mano, fue a visitar a su suegro. Quería pedirle consejo sobre que unidad le convenía. Carl le recibió y escuchó la decisión de Maui. Sin mediar palabra, le pidió que le acompañase. Jesenoma estaba nervioso. Suponía que no le habría hecho gracia la noticia de que un salvaje dejase preñada a su preciosa hija, aunque no sabía como iba a reaccionar. Después de un largo e incómodo paseo en el que no hubo conversación alguna, entraron en una vieja cervecería del casco antiguo de Wellington. Por las paredes y columnas del local, se veían banderas británicas y neozelandesas, así como insignias y parches militares y viejas fotos de soldados. Carl se sentó en una mesa e invitó al maorí a hacer lo mismo, pidiendo dos jarras de cerveza mientras se encendía un puro.

-Antes de seguir, prométeme que jamás le dirás a Nyree esto que te voy a contar ahora.
-No se preocupe, sabe que puede confiar en mi. –respondió el maorí sin saber que iba a escuchar-
-Lo se, por eso hago esto. Cuando un oficial de una unidad de operaciones especiales se licencia, te llueven las ofertas, ¿sabes? hay varias empresas privadas de contratistas militares interesadas en que te incorpores a su plantillas como instructor.
- ¿Contratistas militares? -preguntó confuso Maui-.
-Son empresas que contratan y forman gente para trabajar como "operadores de zona de alto riesgo”. Un ejército privado, por así decirlo.

   Maui escuchaba atentamente. Nunca había escuchado hablar de esas empresas, pero era una idea más tentadora que alistarse en el ejército.

-Viajarías a lugares en conflicto armado – dijo Carl exhalando una bocanada de humo.- Si ingresases  en el ejército también te mandarían a esos lugares, con la diferencia de que en un mes cobrarías más de lo que ganarías en un año como soldado. Es mas arriesgado, pero eres joven y estás bien preparado físicamente. Yo mismo te instruiría y redactaría una carta de recomendación para las pruebas de acceso. En tres meses te enseñaría lo que tendrías que saber antes de presentarte.

Maui no podía negarse, la oportunidad que su suegro le planteaba era su mejor opción.

-De acuerdo. Tendré que pensar que le diré a Nyree

-Empezaremos mañana mismo. Le dirás que nos vamos a pescar. No creo que se niegue a que pases un tiempo conmigo. Tengo una caña de sobra en el maletero de mi coche, te la llevarás a casa para que no sospeche. A las 05:30 horas nos vemos en vuestro apartamento.

   Carl y Maui se despidieron. Esa noche, el maorí no pudo conciliar el sueño, una mezcla de emoción y nervios le invadían. La idea de ser contratista militar era mas seductora que la de ser soldado, sobre todo para alguien en su situación. En su conciencia pesaba no poder ser sincero con su pareja, pero lo mejor sería darle algo de tiempo. Si lograba entrar en una de esas empresas, tarde o temprano tendría que decirle la verdad. De todos modos, siempre podía alegar que se reunía con su padre para pasar el tiempo y aprender cosas sobre la milicia y preparar las pruebas de acceso. No tendría nada de sospechoso.

   Maui fue puntual a la cita con Carl, que ya le estaba esperando. Se montó en el coche y partieron rumbo a las afueras de la ciudad. Durante el viaje charlaron de forma animada, aunque Carl no quiso desvelarle nada de lo que iban ha realizar. Cuando llegaron a la entrada de un bosque, ambos se bajaron del vehículo, Carl agarró una bolsa de gran tamaño y empezaron a caminar.

-Muy bien Maui, aquí empieza tu formación, piensa que lo haces por tu mujer y por la criatura que está en camino... por cierto, ¿aún no sabemos lo qué va a ser, verdad?
-No, aún no... sonrió Maui.
-Bueno, tengo esperanzas de que sea niño, siempre quise tener un hijo varón. –dijo riéndose- No me veo como el típico abuelo que lleva al parque a sus nietos, pero la madre de Nyree y yo estamos muy ilusionados.

   El comentario sirvió para relajar la tensión del maorí, que acompañó la sonrisa de su suegro. No obstante, ese ambiente distendido duraría poco. Carl se recompuso y con un semblante serio comenzó a hablar.

-Maui, no te voy a enseñar a ser un soldado, los soldados sirven a ejércitos, tu no lo vas a hacer. Te voy a mostrar todo lo que tiene que saber un hombre para desenvolverse con garantías de éxito en un entorno hostil. A nuestro favor tenemos que eres un joven en buena forma física, no lo suficiente, pero estás en buena forma.

   Maui sonrió, sabía que su forma física era buena, pero tal vez Carl quisiera llevarle al límite de la extenuación y del agotamiento. No tenía miedo, estaba muy motivado.

-Te enseñaré a disparar. Y cuando digo que te enseñaré a disparar no me refiero a que acertarás a una diana. Podrás derribar a un hombre en movimiento apuntando el tiempo mínimo mientras abren fuego contra tu posición. Estas empresas buscan gente preparada y con la mente fría. Los soldados de fortuna por lo general tienen el gatillo fácil, ocasionan más problemas de los que solucionan.

   El maorí recapacitó sobre las palabras de Carl. No le faltaba razón. Aunque el estereotipo de operador que pudiera imaginarse coincidiese con la imagen de un hombre de acción, estaba claro que no era lo mas idóneo.

-Aprenderás a trabajar con presión. Te llevaré al límite de tus fuerzas y de tus habilidades. Me aseguraré de que estás preparado, no quiero cargar con tu muerte en mi conciencia. Si no considero que estás preparado, no escribiré tu carta de recomendación.
-No le decepcionaré Carl. -respondió seguro de si mismo el maorí-.

   Ese día fue el primero de una larga serie de tortuosas y duras jornadas de entrenamiento que se repetirían 4 veces por semana. El entrenamiento solía seguir el mismo patrón. El  día comenzaba con una carrera continua monte a través de 10 Km, llegando a un pequeño recoveco, bastante escondido, al que sólo se accedía a pie y por una única senda. Sin bajar las pulsaciones de la carrera, realizaba un ejercicio de tiro con arma corta, disparando a un blanco estático. Tenía un descanso de 10 minutos en el que estiraría. La siguiente parte del entrenamiento era la mas amena para Maui, se trataba de asimilar y aplicar técnicas de guerra convencional, Aprendería a moverse buscando los mejores lugares para cubrirse del fuego y de la vista del enemigo. Se instruiría en lo básico en cuanto a colocación de pequeñas cargas explosivas, así como a detectarlas y desactivarlas. Harían hincapié en el tiro con fusil de asalto, dedicando largas sesiones de tiro a blancos móviles y fijos y machacaría sus músculos con tortuosas rutinas de ejercicios orientados a desarrollar fuerza y potencia, tanto en piernas como en brazos.

   No soltaba su fusil ni su pistola para realizar ningún ejercicio, debía adecuarse a portarlas en todo momento. El armamento era real, al igual que la munición que empleaba.  Al principio tenía miedo de alertar a las autoridades por los disparos, pero pudo ver que nunca pasaba nada. Carl había elegido bien el sitio. Trabajaba siempre en condiciones de alto fatiga y con mucha presión.

   Practicó largas sesiones de combate cuerpo a cuerpo con el ex oficial, demostrando ser ducho en la materia. Recibió instrucción en el manejo de armas blancas, especializándose en ataques a corta distancia. Maui se decantó por el uso del potente "mere", arma igual de letal y con la que estaba mas familiarizado. El Mere era un arma utilizada tradicionalmente por los maories. Era una especie de piedra curvada del tamaño de un martillo que se usaba a modo de objeto contundente. En uno de sus viajes a su aldea natal, había recuperado uno.

   Por las tardes caminaba con su suegro por las calles de Wellington. Durante estos paseos, Carl le explicaba los secretos del combate en población, indicándole las mejores maneras de acceder a edificios y viviendas. Le mostraba los puntos en los que debería preocuparse a la hora de avanzar, que lugares eran los mejores para cubrirse... También le explicó las nociones básicas de topografía que cualquier soldado debía conocer,  enseñándole a interpretar toda la información que había en un plano y a manejar una brújula. Contra cualquier pronóstico inicial, al cabo de un mes, el maorí ya estaba preparado para ingresar en la compañía.

   Nyree se olía algo. La repentina afición por la pesca de Maui y de su padre, además, nunca traían pescado. Por mas que le preguntaba, jesenoma nunca le decía lo que hacía en realidad. Algún día tendría que confesárselo. la versión oficial era que estaba esperando a que el ciclo de captación del ejército comenzase. No le gustaba mentir ni tener secretos con Nyree, pero estaba seguro de que esta pondría el grito en el cielo si se enterase de sus verdaderas intenciones. Además, no quería alterarla. Ya estaba suficientemente revolucionada por los cambios hormonales.

   Una mañana, Carl esperaba a Maui como de costumbre en su coche. Cuando llegaron al desvió que llevaba a las afueras, el ex oficial tomó otra dirección. Maui le preguntó que adonde iban.

-Hoy vas a demostrarme si realmente estás preparado.

   El maorí asintió. No dijo ni una palabra cuando su suegro le vendó los ojos. El coche se detuvo y caminaron un rato. Cuando se detuvieron y Carl retiró la venda, Maui pudo comprobar que estaban en medio de un bosque. El lugar no le sonaba. Jesenoma miró a sus pies y sorprendido, observó que se encontraba al borde de un profundo agujero, no veía el fondo así que tenía que ser bastante profundo.


-Suerte -dijo Carl al tiempo que le empujaba.-

miércoles, 25 de febrero de 2015

Capítulo extra. "Jesenoma" 3º Parte

   Nyree era preciosa. Tenía una mirada capaz de derretir el hierro y era plenamente consciente de ello. En ese lapso de tiempo, un cosquilleo subió por el estómago de Maui, inundándole de una placentera sensación. No le apetecía dejar de mirarla y tampoco quería que ella dejase de abrazarle.

-No te preocupes por mi novio... Nunca ha existido, me lo inventé para asustarte.
-¿Y ya no quieres asustarme? Preguntó Maui.

   La joven le dedicó su mejor sonrisa al maorí mientras se daba la vuelta y salía del baño.  Jesenoma no sabía como tomarse lo que acababa de pasar. Por un lado sintió el deseo de volver a abrazarla, pero por otro lado decidió reprimir su instinto. Era su invitado y no quería propasarse con su anfitriona. Lo que acababa de pasar en la ducha no era algo habitual, al menos para él. Si lo pensaba bien,  tampoco lo era el hecho de irse a dormir a casa de una desconocida. En ocasiones Maui desearía que estos asuntos fueran tan sencillos de solventar como en el reino animal. Con un sólo berrido, la cópula estaba garantizada. Con lo complicado del cortejo, lo raro era que la especie humana no se hubiera extinguido hacía siglos.

-¿Quieres qué te prepare algo de cenar? Preguntó la joven desde la cocina
-No tengo hambre -respondió Jesenoma-.

   Mentía. Estaba hambriento, pero no quería abusar de su hospitalidad. Terminó de vestirse y salió del cuarto de baño. Nyree estaba en la cocina, limpiando unas hortalizas. El maorí se sentó a su lado y se limitó a observarla. No sabía que decir para iniciar una conversación. Nyree también guardaba silencio, en cierto modo estaba tanteándole. Le divertía ver nervioso a un hombre de ese tamaño. Se sentía poderosa. Aún no sabía porque se había dejado llevar y había invitado a un extraño a su casa. Pensándolo detenidamente, era una locura. Estaba metiendo voluntariamente en su hogar a un hombre que la triplicaba en tamaño y que podría hacerle daño si se lo propusiera.

   Durante el desarrollo de las pruebas en la academia le había causado buena impresión. Se había sentido tentada de acercarse a hablarle, pero no lo hizo. Cuando lo descubrió  tumbado en un banco como a un indigente, una pequeña vocecilla en su cabeza le dio el empujón necesario para hacerlo. No podía negar que a primera vista le había gustado.  Después de lo visto en el cuarto de baño, su deseo se había multiplicado El pequeño incidente del aseo no fue intencionado, Nyree entró suponiendo que no iba a ver nada, tan sólo quería acercarle la toalla, pero el portentoso cuerpo de Maui le había excitado sobremanera. No podía quitarse de la cabeza el torso definido ni el desproporcionado miembro del maorí. Le hubiera encantado haberle quitado el jabón de su cuerpo con sus propias manos, aunque ella nunca se acostaría con nadie que acabase de conocer, al menos nunca lo había hecho. No se reconocía en ese impulso que había tenido, pero tampoco se arrepentía de haberse lanzado a sus brazos. Ese abrazo fue mas allá de lo físico, sintió que había conectado con el maorí, hacía mucho tiempo que no sentía nada así. Tal vez fuera un flechazo, eso que se conoce como amor a primera vista, o tal vez fuera que llevaba varios meses sin mantener relaciones sexuales y las hormonas de su cuerpo habían respondido al estímulo. Misterios de la química.

-¿No vas a contarme nada? -preguntó la joven entretenida en sus labores culinarias-.

   Maui no contestó, ni siquiera se había dado cuenta de que la rubia le estaba hablando.  Estaba embelesado observándola. Se había puesto ropa más cómoda y un pequeño delantal. No era un conjunto provocativo, tan sólo era ropa holgada para estar en casa, pero la neozelandesa  era una mujer a la que le sentaría bien hasta una bolsa de basura desgarrada. Ella se percató de que el maorí la estaba observando, así que se dio la vuelta, quitándose lentamente el delantal. Lo hizo  de una forma sutil y provocativa, pero a la par muy natural. Ni una prostituta de lujo lo hubiera hecho mejor.

   Sus miradas volvieron a estrellarse. Nyree no dudo un instante y se dejó llevar, lanzándose a sus brazos. Maui sabía que lo que hacía no estaba bien, pero ahora no quería detenerse, Ella, más pasional, disfrutaba el momento. Sus lenguas empezaban a conocerse mientras se acariciaban. Jesenoma empezaba a tener problemas. Tenía una erección de caballo. En su cabeza aún estaba latente el miedo a propasarse, pero no quería desaprovechar el momento. Nyree observaba al maorí con la misma cara que una tigresa miraría a una gacela antes de hincarle el diente. Era consciente del estado de su invitado, así que decidió dar un paso más , quitándole la camiseta mientras acariciaba sus pectorales. Estaba desatada. Imitando a su anfitriona y con las manos temblorosas, Maui comenzó a explorar por debajo de su camiseta.

   Nyree se le anticipó. En el momento en que sintió las manos del maorí en su abdomen  se despojó de la prenda, dejando a la vista unos maravillosos pechos. De buena gana, Maui hubiera metido su cabeza en medio de esas dos obras maestras, pero aún no tenía suficiente confianza. Al ver la reacción del maorí ante sus senos,  mostrando una timidez inesperada, se tapo con sus manos. Parecía que le diera vergüenza mostrarse ante un hombre. Ese punto de timidez no hizo mas que aumentar la excitación y el deseo de Jesenoma. Realmente apreciaba esos gestos de dulzura y timidez en las mujeres, pero ahora lo único que deseaba era culminar.

  Con suma delicadeza, Maui comenzó a acariciar los pechos de la joven, que respondió acariciándole la entrepierna. Este tuvo una pequeña convulsión de placer. Nyree lo notó y sonrió. Asió con firmeza el bulto de los pantalones del maorí  y le mordisqueó la oreja Por un momento que no sería capaz de consumar el acto. Aquello que tenía en la mano le parecía demasiado grande y hacía tiempo que no mantenía relaciones con nadie, pero no quería echarse atrás.

- Trátame con cuidado.-Dijo la joven a modo de pistoletazo de salida para que el coito diera comienzo.

   Maui la miró con ternura y la besó. Nyree ya estaba chorreando. De forma apresurada terminó de bajarle  la cremallera y asió su falo, acariciándolo rítmicamente. El maorí estaba en serios apuros. Si no paraba eso, iba a estallar de un momento a otro. A modo de defensa, decidió tomar la iniciativa. Apartó con dulzura a la chica y se puso de pie frente a ella, terminando de quitarse los pantalones y ayudándola a desvestirse. En este movimiento descubrió un pícaro tanga de color negro que terminó de ponerle  cardíaco. La joven observaba encantada al maorí, sobre todo cuando este hundió la lengua en su vagina, haciéndola reventar de placer de forma instantánea. Maui comenzó a dibujar las letras del abecedario con su lengua en la vulva de Nyree. No sabía que nombre recibía esa técnica de succión, pero en una ocasión había escuchado decir a uno de sus amigos que volvía loca a las mujeres. Pudo comprobar que esa afirmación era cierta. Tras un buen rato entregado a la labor, ya recuperado y preparado para seguir con la faena, Jesenoma se incorporó. Nyree, quiso devolverle el favor, hundiendo sin previo aviso sus fauces en el miembro del maorí.

   Maui sintió el beso de un ángel en su rabo. La joven ponía todo su empeño, ayudándose de su mano y masturbándole enérgicamente. Si seguía así, Jesenoma no iba a aguantar demasiado tiempo, pero era incapaz de pedirle que parase. Jamás había sentido tanto placer. Sin preocuparse de nada mas, se limitó a disfrutar del momento… Hasta que sucedió lo inevitable. El maorí estalló.  No le dio tiempo a avisar a Nyree, que se atragantó ante la inesperada avalancha de semen, desbordando el espeso líquido por sus fosas nasales. Nyree comenzó a toser violentamente, emitiendo sonoras arcadas.

  Jesenoma se dio cuenta de la magnitud del asunto. No sabía que hacer o que decir, estaba terriblemente avergonzado. La joven se levantó, yendo rápidamente al baño mientras se abanicaba con una mano y se tapaba la boca ahogando una arcada con la otra. Jesenoma escuchaba como la rubia tosía convulsivamente. La había cagado. Apesadumbrado, comenzó a vestirse. Al momento Nyree salió del cuarto de baño, aún roja y con cara de pocos amigos.

-No te preocupes, ya me voy, lo siento, no quería hacerte daño.-Dijo a modo de disculpa el maorí.
- ¿Adonde te crees qué vas ahora? -preguntó Nyree-. Ten la decencia de terminar lo que empezaste... Por cierto, como vuelvas a hacerme esto, te prometo que te arranco tus partes  de un mordisco, estás avisado.


  Maui no daba crédito, ahora si que estaba convencido de que acababa de encontrar al amor de su vida. Los dos cuerpos volvieron a fundirse en uno, se entrelazaron en el dormitorio de Nyree, Jesenoma asió las caderas de la joven y comenzó a penetrarla con dulzura y cariño. Fue especial para ambos, fornicaron durante horas, muy despacio, con muchos besos y caricias, inspeccionando y descubriendo los rincones secretos de sus cuerpos, gozando al límite, conociendo sus puntos de placer... Tras varios orgasmos, se tumbaron juntos en la cama, exhaustos, sudorosos y saciados. Se miraron a los ojos y volvieron a besarse.

domingo, 8 de febrero de 2015

Capítulo extra "Jesenoma" 2º Parte

Jesenoma se quedó en blanco, sin saber que responder.

–Te estoy el pelo- respondió riéndose la joven. –Yo también me presento a las pruebas.
–Valiente hijadeputa –Pensó Maui. Al maorí no le había hecho ninguna gracia la broma de Nyree. –Pues por un momento te había creído. Me llamo Maui.
–Encantada de conocerte. ¿Y qué haces tirado en un banco?¿No tienes donde pasar la noche?
–Me gusta dormir aquí, me ayuda a concentrarme... –Improvisó Maui-.
–Pues que rarito eres. Dormir en un banco no te ayudará a estar bien para mañana, además, hueles a tigre. ¿No has podido ducharte?

Maui no quería ser grosero, pero estaba empezando a cansarse del interrogatorio de Nyree. Miró a la joven y sonrió de la manera mas educada que pudo.

–Vivo muy lejos y ando escaso de dinero. No conozco a nadie por aquí para que me aloje, así que he decidido pasar la noche en este parque. Mañana me lavaré en alguna fuente antes de ir a los exámenes. ¿Hay alguna otra cosa qué quieras saber? –Concluyó el maorí  visiblemente molesto-.
–Supongo que tampoco habrás cenado. –Dijo la joven.
–No tengo hambre, estoy bien... –respondió Maui-.

Nyree se quedó pensativa durante unos instantes.

–Vamos a hacer una cosa, vas a venirte a mi casa y te daré de cenar. Mañana iremos juntos al examen, podrás dormir en mi sofá.
–¿Me estás diciendo qué vas a llevarme a tu casa, me vas a dar de cenar y me vas a dar alojamiento sin conocerme de nada y sin pedirme nada a cambio? –preguntó escéptico el maorí-.
–Si, eso mismo..
–Vale – respondió tímidamente Jesenoma. El ofrecimiento de Nyree le había dejado descolocado, pero le apetecía darse una ducha y dormir en un sitio cómodo
–Pero no te hagas ilusiones. Vivo con mi novio. Si intentas pasarte conmigo te hará pedazos. –dijo Nyree sonriendo-.
–¡Jamás intentaría pasarme contigo! –Respondió indignado Maui-

            El comentario de Nyree había hecho mella en el joven maorí. Por principios, Maui sería incapaz de propasarse con una mujer y menos aún con una que había sido tan amable con él.

–Me parece que no terminas de entender mi sentido del humor. –dijo Nyree negando con la cabeza– vayámonos. Vivo cerca de aquí. En menos de 10 minutos estaremos en casa.

            Maui estaba sorprendido, no estaba acostumbrado a tanta amabilidad y menos por parte de un desconocido. Sin mas preámbulos comenzaron a caminar, El maorí avanzaba con la mirada baja evitando mirar a Nyree directamente, estaba bastante cohibido, no sabía que decir ni que preguntar, tenía miedo a meter la pata. Por suerte para él, Nyree recibió una llamada telefónica y se pasó casi todo el trayecto charlando alegremente con alguien, al parecer una amiga a la que hacía tiempo que no veía. Nyree sonreía mientras hablaba; esa chica tenía la sonrisa mas bella que había visto en su vida y no por el hecho de que no le faltase ningún diente.

No tardaron en llegar al barrio residencial donde estaba el apartamento de la joven Situado en una calle tranquila rodeado de zonas verdes, se alzaba un majestuoso edificio de 5 plantas de reciente construcción. La joven se acercó a la puerta principal del edificio y tecleó un código de 6 cifras. La puerta se abrió de par en par y una voz enlatada femenina la saludó, diciéndole que no tenía correspondencia y que no había recibido ninguna visita en su ausencia. Maui miró asombrado el recibidor del inmueble, una amplia estancia con un montón de plantas, que impregnaban la estancia de un fresco aroma. Tanto las baldosas del suelo como los azulejos de las paredes brillaban, aunque no tanto como la infinidad de cristales que colgaban de la enorme lámpara del techo. Todo parecía lujoso y caro, al menos para Maui, que vivía con sus padres y sus cinco hermanos en una vieja casa de 80 metros cuadrados. Subieron a un ascensor que era mas grande que la habitación del maorí, en el que no hizo falta apretar ningún botón. El ascensor cerró sus compuertas y subió directamente a la tercera planta. Al llegar, la puerta del apartamento de Nyree se abrió automáticamente, encendiéndose al instante las luces del pasillo. Un pequeño perro salió a recibir a la pareja, ladrando como un descosido ante la presencia de Maui.

–Parece que no le caes bien –dijo Nyree riéndose– Vas a tener que ganártelo, hoy compartiréis cama. –dijo señalando el sofá.

            Maui observaba a la pequeña bola de pelo ruidosa, que no se amedrentaba ante un adversario unas 80 veces mayor que el. Era una cuestión de territorialidad, el pequeñajo quería dejar claro que ese era su espacio y que era el jefe allí. Maui, conciliador, se agachó para acariciarlo. El perro olisqueó su mano, le miró con aires de superioridad perdonándole la vida y se dió media vuelta, agitando la cola alegremente en dirección a Nyree.

            El apartamento era un auténtico capricho. Una  vivienda de algo mas de 60 metros cuadrados, con un salón comedor y dos apartados. Todo en esa casa parecía sacado de una revista de decoración.

–Puedes ducharte si quieres, te traeré una toalla.
–Gracias –respondió el maorí–.

            Maui entró en el cuarto de baño y comenzó a desnudarse. Recogió su ropa sucia y rebuscó en su mochila para sacar  una muda interior limpia. Encendió el agua y tocó el chorro que salía tímidamente del grifo  para verificar la temperatura, metiéndose a continuación en la ducha. Con la mirada buscó algo con lo que enjabonarse. Había como 10 frascos distintos en una pequeña repisa. Una simple pastilla de jabón le hubiera servido. Comenzó a leer uno a uno los frascos: acondicionador, crema revitalizante, exfoliante, mascarilla facial... no encontraba un maldito frasco de jabón de ducha. Lo mas parecido que encontró fue un frasco oscuro en el que leía "gel de chocolate". Cogió el frasco, lo estrujó y vertió en su mano un chorro de su contenido. Realmente olía a chocolate. Era una esencia muy agradable. Probó un poco con la punta de la lengua, escupiéndolo a continuación y disipando por completo sus dudas sobre el sabor del gel. Maui frotó el producto con ambas manos creando algo de espuma y comenzó a enjabonarse el torso.

No pasó mas de un minuto cuando Nyree irrumpió en el baño.

–Aquí tienes tu toa... !Joder¡

            Nyree se había quedado de piedra. Maui no había corrido la mampara por lo que quedó completamente a la vista de la joven, que no lograba apartar la mirada del escultural cuerpo del maorí. Maui, muerto de vergüenza, se tapaba la entrepierna con sus manos, mientras intentaba cerrar la mampara sin perder el equilibrio ni la dignidad. Nyree  no podía evitar mostrar una pícara sonrisa. Lo había visto todo.

–Tal vez debería haber llamado antes de entrar –dijo Nyree pensativa. –Por cierto, tu novia tiene que estar encantada.

            Maui no supo que contestar, tan sólo quería que Nyree se fuera del baño y terminar de ducharse, para él, la situación era muy violenta.

–¿Te importaría que termine de asearme? No estoy acostumbrado a ducharme delante de la gente
–Vaya, resulta que eres tímido... al final vas a ser un buen chico y todo.
–No creo que a tu novio le haga mucha gracia que estés conmigo en el cuarto de baño mientras me ducho.
–¿Porqué? No estamos haciendo nada malo, sólo charlamos.
–No es el mejor sitio.

            Nyree se dio la vuelta mientras reía, no parecía querer marcharse.

–Ahora no te estoy mirando, puedes seguir duchándote mientras hablamos.
–Sigue sin parecerme apropiado, si me pongo en su lugar, a mi no me gustaría que mi pareja se metiera en el baño con otros hombres.
–Háblame de ella
–¿De quién?
–De tu novia
–No tengo novia
–Acabas de decirme que no te gustaría que tu novia se metiera en el baño con otros hombres.
–Hablaba en sentido figurado
–¿Tu sabes hacer eso?¿Quién lo iba a pensar?

            Maui empezaba a cansarse de las provocaciones de Nyree. No quería ser descortés, pero tampoco quería meterse en problemas.

–Creo que lo mejor será que me vaya, si tu novio llega y nos ve aquí, se enfadará.
–Tal vez no se enfade... -dijo Nyree con voz juguetona- Alomejor, al  ver ese cuerpo le apetece meterse contigo en la ducha.

            Maui abrió los ojos como platos, se quedó petrificado, no le gustaba lo que acababa de escuchar. Sin terminar de aclararse salió de la ducha, agarró la toalla, se la envolvió como pudo a la cintura, agarrando su bolsa de ropa. Nyree, que apenas podía contener las lágrimas de la risa, estalló en una sonora carcajada. Con el entusiasmo del momento, se abrazó a Maui dándole golpecitos en el hombro.

–Tendrías que haberte visto la cara. Es una broma, no te preocupes. No vamos a hacerte nada.


            Maui estaba totalmente descolocado. Pensaba que Nyree estaba como una regadera y en cierto modo, no le faltaba razón. La agarró por los hombros para apartarla y poder vestirse. En ese momento, sus miradas coincidieron. 

jueves, 5 de febrero de 2015

Capítulo Extra "Jesenoma". 1º Parte



El hecho de  pertenecer a una etnia minoritaria y querer ser policía no era algo demasiado común. Por norma general, los agentes de la ley y el orden no solían simpatizar con los de su estirpe. Los maoríes, solían ser los causantes de la mayoría de los altercados y disturbios de las pacíficas islas de Nueva Zelanda, o al menos, se les acusaba de ello.

Se les veía pasar la mayor parte del tiempo alcoholizados, organizando broncas en los bares que frecuentaban o mendigando por las calles. Algunos, regentaban tiendas de suvenires financiadas por el estado. Otros, los que menos, posaban en taparrabos luciendo tatuajes de quita y pon mientras cobraban por hacerse fotos con turistas. Para los neozelandeses, los maoríes eran como el pariente lejano y aprovechado al que nadie quería atender, pero que moralmente, no  podían dejar de lado. Era cierto que fueron los primeros nativos indígenas de la isla, conocidos por su ferocidad en combate y por sus temibles ritos caníbales… Pero eso formaba parte del pasado. Poco a poco, se fueron convirtiendo en una comunidad cada vez menos numerosa y odiada en silencio.

Los auténticos poblados maories aun mantenían sus tradiciones. Tenían rebaños de animales comunitarios. Estos eran atendidos por los integrantes de la comunidad, que después se repartían los beneficios y los productos a partes iguales. Los más jóvenes eran los encargados de atender el ganado en el monte, los mayores se encargaban de construir y mantener las instalaciones y trabajar el campo y los ancianos elaboraban los productos cárnicos. No había distinción entre hombres y mujeres, todos trabajaban a partes iguales. Así se venía haciendo desde hacía  muchos años, generación tras generación, nadie discutía ni rehusaba sus labores, simplemente las acataban.  Los maories eran un pueblo organizado y fiel a sus costumbres. Trabajaban y vivían en comunidad, eran generosos y atentos con los suyos y rara vez tenían problemas entre si. Socialmente no estaban bien vistos por los neozelandeses. El hecho de haberse convertido en un reclamo turístico y ejercer de bufones para divertir a las familias de turistas, que los tomaban por un puñado de salvajes domesticados, no ayudaba.

Era cierto que siempre habían sido los mas alborotadores de la isla, pero comparados con otras culturas o pueblos supuestamente civilizados, eran ciudadanos modélicos. Perfectamente podrían darle lecciones de  comportamiento y civismo a más de uno. En un sitio tan tranquilo, cualquier pequeño incidente se podía interpretar como una auténtica hecatombe. El hecho de que un maorí sacase a puñetazos de un bar a un neozelandés borracho que lo hubiese  insultado previamente, o intentado propasarse con alguna de sus mujeres acarreaba una terrible transcendencia mediática. El titular sería bastante predecible: "Un salvaje borracho agrede sin motivo a una persona civilizada". La gente se echaría las manos a la cabeza. "Eso nos pasa por dejarlos deambular libremente por nuestras calles", "deberían de estar más controlados".

En cualquier ciudad "civilizada" con gran densidad geográfica, que alguien disparase con un arma a otra persona para robarle, podría interpretarse por los más puristas como algo normal, incluso habitual, sin que tuviera mayor repercusión en los medios de comunicación. El que viese la noticia se sorprendiese durante el tiempo que el locutor o presentador de televisión estuviese narrándola, olvidándose de ella al momento en que el hombre del tiempo diese nubes y claros para el fin de semana. Si un neozelandes golpeaba a otro en una discusión originada porque un equipo de rugby había vencido a otro, no tenía mayor importancia, ya que eran "cosas sin importancia que pasan con el alcohol". Si un maorí intenta defender su honor o el de su gente, y le propinaba un par de golpes a un turista o a un neozelandés, la cosa cambiaba, ya que se trataría de "la agresión de un salvaje". Pero esto no era nada nuevo, y en gran parte este era el motivo por el que los maories preferían no relacionarse con la gente ajena a su entorno, les evitaba problemas. Creaban sus propias comunidades, estructuradas jerárquicamente por un patrón centenario:  Tribus, subtribus y familias propiamente dichas. Cada escalón tenía sus jefes, y estos interactuaban con su gente y con los responsables del escalón superior. La convivencia era sencilla, cada uno asumía su papel en función de su título jerárquico.


            Por aquel entonces, Jesenoma tenía 18 años. Había crecido en Whakarewarewa, un pequeño  poblado de la isla Norte de Nueva Zelanda. Sus padres le bautizaron con el nombre de Maui en honor a uno de los semidioses con más leyendas atribuidas de la mitología maorí. Era un joven como otro cualquiera, con sueños, aspiraciones e inquietudes, que intentaba pasar desapercibido sin meterse en problemas. Era consciente del escalafón social que él y los suyos ocupaban, pero eso no iba a hacerle desistir en alcanzar su sueño. Para un joven con los niveles de testosterona por las nubes, la idea de formar parte de los "S.T.G" neozelandeses ("Special Tactic Group") era muy atractiva. Sería fantástico. Conocería gente fuera de su entorno y nadie le juzgaría por sus raíces.

             Comenzó a preparar por su cuenta las pruebas de acceso a la academia de policía Neozelandesa. No tenía dinero para costearse una academia preparatoria, lo cual era un problema. Estas academias eran muy influyentes, pero tremendamente costosas. Tarde o temprano, la gran mayoría de sus estudiantes, superaban las pruebas de acceso. Muchos examinadores hacían la vista gorda si alguno los aspirantes procedentes de estas academias no superaba alguna de las pruebas. Decían las malas lenguas que posiblemente recibiesen algún beneficio económico por estos actos de caridad, aunque eso no podía demostrarse.

            Maui se presentó a las pruebas de acceso a la policía en cuanto cumplió la edad permitida. Llevaba meses estudiando para superar el examen de acceso. A sus padres no les hacía demasiada gracia. A los ojos de su gente, sería uno de esos "opresores" que  amargaban y acosaban injustamente al pueblo maorí, un inquisidor de los que jamás daría la razón a uno de los suyos. Nunca se opusieron a su hijo luchase por cumplir su sueño, aunque eran bastante conservadores y consideraban que Maui intentaba enrolarse en un mundo que ni le pertenecía ni le aceptaría.

Había que entender, que para un padre no era agradable ver como un  hijo se estrellaba contra la cruda realidad. Darle a entender que aunque fuera un joven inteligente, no sería valorado del mismo modo que los demás por el hecho de ser un "salvaje" no era sencillo.  Su padre le animaba a que atendiese el negocio familiar y olvidase esos sueños. Él era el orgulloso propietario y administrador de una empresa de espectáculos tradicionales para turistas, en la que ofrecían varios números, tales como danzas tribales, combates simulados con distintas armas tradicionales, talleres de manualidades, diseño de tatuajes... circo para el pueblo. No le importaba ayudar a su familia con el negocio, pero tenía sus propias metas. El sueño del joven Maorí seguía siendo formar parte de los ""S.G.T.", y no pararía hasta lograrlo.

            Maui nunca olvidaría los días en los que realizó las pruebas de acceso al cuerpo de policía, ya que estos marcaron el inicio de su nueva vida. Tuvo que desplazarse a la ciudad de Wellington, capital de Nueva Zelanda. Las pruebas se realizaban en las instalaciones de la Academia de formación policial y se desarrollarían en tres días. El primer día, tendría que superar unas pruebas de aptitud física, el segundo a un duro examen teórico y una prueba de nivel cultural. Para concluir, el tercer y último día debería superar un exhaustivo reconocimiento médico y una entrevista con varios examinadores, quienes tendrían la última palabra sobre su acceso a la academia.

Maui salió a pie de su pueblo la noche anterior. Su equipaje era una bolsa de mano en la que llevaba un pantalón corto y una camiseta, una pastilla de jabón y una toalla. Su madre le había preparado algo de comida para el camino. Eran malos tiempos y no podían permitirse gastos excesivos, así que tendría que buscarse la vida para llegar a Wellington y alojarse. Ya de  madrugada llegó a la gran urbe. Jesenoma estaba maravillado. No era la primera vez que visitaba la ciudad, pero en esta ocasión,  su sueño se estaba volviendo palpable.

Una vez en las puertas de la academia, esperó a que el resto de aspirantes llegasen. No era ajeno a la impresión que causaba en el resto de candidatos. Parecía ser que era el único aspirante maorí entre los más de 4.000 opositores que se presentaban para las 30 plazas de alumnos de la academia de formación. Los examinadores, agentes seleccionados para el proceso, también se fijaron en el joven maorí. No les agradaba la idea de que un "salvaje" entrase en su amado cuerpo y no se lo iban a poner fácil. Maui tenía por delante tres duros días.

            En esa primera jornada, debería realizar las pruebas de aptitud física Eran pruebas estándar sobre resistencia y potencia de tren superior e inferior. La prueba de  resistencia consistía en correr 4 km. en un tiempo inferior a 20 minutos Maui entró en el grupo de cabeza La prueba de potencia de tren inferior consistía en saltar verticalmente un mínimo de 40 cm., pan comido para el maorí. La cosa cambió en la prueba de potencia de tren superior. Tenía que realizar al menos 20 flexiones de brazos en un tiempo inferior a dos minutos para conseguir el 5 en esta prueba. El recorrido de cada flexión debería realizarse con la espalda totalmente recta y tocando con la barbilla en el suelo. Cada aspirante realizaría el ejercicio bajo la supervisión de un examinador. Cuando llegó el turno de Maui, este adoptó la posición correctamente. El examinador tocó el silbato y Maui comenzó a realizar las flexiones. Sus brazos comenzaron a bombear, como si de brazos hidráulicos se tratasen. Algo fallaba, Maui tenía contadas las flexiones que podía realizar en los dos minutos de tiempo. Ya había llegado al tope de flexiones que solía realizar en ese intervalo y aún no le habían mandado parar. Levantó la cabeza para ver que ocurría y observó al examinador sonreír.

-Todavía no te he dicho que empieces, maorí, no te canses inútilmente.

Maui no se inmutó, sabía lo que estaba pasando y no iba a permitir que un resentido le chafase su sueño.

-De acuerdo, esperaré a que me diga que empiece.
-Hace 1 minuto que el tiempo ha empezado a correr, si no te das prisa, no lo lograrás. –Dijo el examinador.

Sin mostrar signo de fatiga, Maui continuó realizando flexiones, el recorrido era perfecto, pero el cansancio se acumulaba.

-1 flexión... 2 flexiones... 3flexiones... nula... nula... nula... 4 flexiones... 5 flexiones... nula... nula... Si no tocas con la barbilla en el suelo, no te contaré la repetición, maorí.

Maui empezaba a enfadarse, si lo que el examinador quería era  que Maui tocase con la barbilla en el suelo, eso era lo que iba a hacer. Sacó fuerzas de flaqueza y comenzó a estrellar literalmente su mentón contra el suelo en cada repetición, procurando que sonase bien fuerte. El examinador estaba visiblemente molesto, la peculiar manera de marcar las flexiones de Jesenoma, había llamado la atención de varios aspirantes, que se habían arremolinado en torno al impetuoso maorí que ya comenzaba a sangrar  abundantemente por la barbilla. Los aspirantes estaban emocionados viendo el alarde de fuerza de Maui, animando y coreando las repeticiones. Sería demasiado obvio y descarado por parte del examinador no contabilizar las flexiones.

-25 flexiones, se acabó el tiempo. Muy flojo maorí, mucho ruido y pocas nueces, con esos brazos que tienes deberías de haber hecho más flexiones. Está claro que se te da bien llamar la atención, fíjate en el espectáculo que has montado.-dijo el examinador visiblemente molesto. -Haz el favor de limpiarte, lo estás poniendo todo perdido de sangre.

            Maui sonreía orgulloso. Sangraba por la barbilla, pero no le importaba, había dado un paso más hacia su sueño. Terminó la primera jornada entre los 100 primeros clasificados. Aunque en la prueba de potencia de tren superior había obtenido una puntuación baja, la compensó con la obtenida en las otras dos pruebas. El siguiente paso eran las pruebas de conocimientos teóricos, que se realizarían al día siguiente

            Jesenoma no tenía suficiente dinero para pagarse una habitación de hotel y tampoco conocía a nadie en la ciudad para pedirle alojamiento. Su casa estaba demasiado lejos como para ir a dormir y volver antes de que empezase el examen, así que tendría que buscar un sitio para pasar la noche. Buscó un parque por la zona para acomodarse, cenar algo y descansar, no tardó en encontrar uno próximo a la academia. El parque estaba bien cuidado. La incipiente primavera dejaba a la vista su majestuosa obra, cientos de flores ya comenzaban a mostrarse, tímidas aún, cubriendo de un arcoiris de colores los bloques de cesped y ocultando la gran cantidad de mierda de perro que había esparcida por todas partes. Se acomodó en un banco. Ya se había hecho tarde pero la temperatura era agradable, no necesitaría taparse para pasar la noche. Estaba realmente fatigado, para él, el día ya había comenzado la noche anterior cuando salió de su casa, así que no tardaría en dormirse.

Se recostó a la larga en un banco situado debajo de un cerezo y acomodó la cabeza usando su bolsa como almohada. Apenas había pasado media hora, cuando una dulce voz le despertó.

-¿Qué tal tu barbilla?

            Maui, que ya estaba medio dormido, entreabrió los ojos. Lo primero que vio fueron unos pequeños y relucientes zapatos de color negro. Por su forma y tamaño, dedujo que pertenecían a una mujer. Alzó la vista lentamente, contemplando unas largas piernas, perfectamente torneadas. Unos gemelos definidos permitían imaginarse la naturaleza atlética de su dueña, culminando con unos muslos prietos y redondeados, que daban pie a suponerse unas nalgas de similares características. Un detalle que llamó la atención de Maui era que esas piernas estaban depiladas. Maui no estaba acostumbrado a ver mujeres depiladas, la verdad era que las maories no se preocupaban demasiado de esas cosas, alguna había podido competir con él en cuanto a cantidad de vello corporal se refiere.

La misteriosa chica vestía un ridículo pantalón vaquero corto de color negro, lo suficientemente largo para pasar el corte socialmente establecido que diferenciaba a una mujer coqueta de una "descarada". Sus caderas eran perfectas en proporción a sus piernas. Si la madre de Maui la viera, pensaría que esas caderas no eran las adecuadas para una mujer casadera.  Defendía que una joven debía tener caderas anchas para poder dar a luz a sus hijos sin problemas. Encima de un cinturón de cuero con una hebilla un tanto ostentosa, se asomaba tímidamente un   vientre totalmente liso. Una camiseta de tirante de color blanca, un tanto ceñida, que le llegaba por debajo del ombligo regalaba a la vista un sutil escote. Esos senos eran perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños, redondeados y bien colocados. La ley de la gravedad aún no se había fijado en ellos. Ayudaba a mejorar la panorámica el hecho de que sus brazos estuviesen casualmente cruzados por debajo de sus pechos, realzándolos de modo que a Maui le estaba costando llegar a mirarle a la cara.

-Estoy aquí arriba. -dijo la joven desconocida chasqueando los dedos ante Maui, que se había quedado embobado ante los atributos mamarios de la joven.

            Maui, avergonzado y sobresaltado, la miró a la cara. Inmediatamente se olvidó del resto de su cuerpo. Era jodidamente hermosa. Cómo si alguien le hubiera arrancado de cuajo  la cara a un ángel y se la hubiera regalado a la joven desconocida. Una melena rubia caía como una cascada sobre sus hombros. A la vista quedaban dos ojazos verdeazulados, que absorbían la mirada del maorí. Era imposible no quedarse prendado de esos ojos. Su nariz era pequeñita y respingona y su boca perfecta. Sus labios, carnosos y estilizados acababan de completar el cuadro.

-Me estas devorando con la mirada. Menudo repaso que acabas de darme

 -Así vestida.... Como pretendes que te mire a los ojos...  pensó Jesenoma. -Perdona, -dijo incorporándose, - Cuando me hablaste estaba medio dormido y al verte, no sabía si aún soñaba o ya estaba despierto.

            Maui se acababa de escuchar. Lo que había dicho podía sonar como un cumplido, aunque el lo había dicho a modo de disculpa por haberse quedado mirándole los pechos. Jesenoma no era uno de esos tipos que piropeaban a las mujeres. Era bastante tímido, además, tenía el mismo tacto para manejar una situación de cortejo recurriendo a las adulaciones, que el que tiene una piara de jabalíes ante un charco de barro. A su favor, podía presumir de ser un hombre educado y sabía que mirar fijamente los senos de una mujer, que ni siquiera conocía, no era lo correcto. La joven se sonrojó, no parecía haberse tomado a mal el comentario de Maui.

-Vaya, no se si tomármelo como un cumplido... Me llamo Nyree, te he visto haciendo las pruebas en la academia. Me ha gustado tu manera de hacer flexiones, has dejado bastante mal a ese examinador.
-Entonces... ¿tú también has hecho las pruebas?, ¿verdad?
-No, yo era una de las examinadoras.
-Vaya...

-Sí, y mañana mismo informaré de que estabas tirado en un parque, durmiendo en un banco   como un vagabundo, mirándole los pechos a las mujeres y diciéndoles groserías. Eso no dice nada en tu favor - Dijo Nyree con un tono de voz bastante serio.

sábado, 31 de enero de 2015

Capítulo V "Amanecer"

Día 3 de junio
Campamento de leñadores
Guayana Francesa


                La noche pasó sin ningún sobresalto. Ya de día, mientras "Rino" y Jesenoma vigilaban el perímetro, Milej estudiaba detenidamente el plano. Por suerte todo parecía estar bastante claro. Comparando las fotos tomadas del mapa que habían encontrado con las del plano que estaban usando, pudo situar rápidamente el lugar donde habían sido emboscados. Muy cerca de este punto y rodeado con un círculo de color rojo, estaba la posición defensiva que habían limpiado el día anterior.

Milej sonrió, en el plano había otros tres círculos rojos y por las curvas de nivel representadas, veía que seguían el mismo patrón de ubicación. Vaguadas poco pronunciadas para asentarse. Un detalle llamó la atención del sargento, las cuatro posiciones formaban una especie de rombo, y en el centro de la figura, se observaba un círculo de color azul. Varios trazos, continuos y discontinuos de color negro representaban lo que podrían ser caminos y rutas de acceso. Las cuatro supuestas posiciones defensivas se encontraban repartidas en una extensión de terreno muy reducida, apenas 15 Km². Puede que ese círculo azul fuese el asentamiento de Dowert Jun. Lo malo era que el punto de extracción estaba muy próximo al posible asentamiento, a menos de 3 Km. Podría ser peligroso, ya que el helicóptero corría el riesgo de sufrir un ataque.

–Tenemos noticias buenas y malas. –Dijo Milej dirigiéndose al grupo–. Comparando las fotos del plano que hemos encontrado con el que teníamos, aparecen lo que pueden ser otras tres posiciones defensivas.

–¿Estás seguro de que se trata de posiciones defensivas y no de cualquier otra cosa? –preguntó Jesenoma

–Creo que si– Respondió Milej– La posición que limpiemos ayer aparece representada con un círculo de ese color. Hay otros tres círculos iguales y forman una especie de rombo. En el centro de esa figura hay un círculo azul. Desconozco que representa, pero podemos imaginar que sitúa algo importante, de lo contrario no estaría tan fortificado. Tal vez sea el asentamiento de Jun.

–Si fuera así y lográsemos confirmarlo, la misión sería un éxito rotundo– Añadió Rino.

–En efecto. La mala noticia es que todos los puntos de acceso a ese círculo central están cortados por las posiciones defensivas, es imposible acceder por otro sitio, –Dijo Milej–  El terreno es demasiado abrupto y no tenemos material adecuado. El punto de extracción está a unos 3 Km. de una de las posiciones, concretamente de la que está más al Este. No nos queda otra opción que dar un rodeo. Estableceremos una ruta bordeando el perímetro de las posiciones enemigas e iremos directamente al punto de extracción. Con la información que hemos obtenido, podemos dar por concluida momentáneamente la misión. Nos quedan por recorrer unos 10 Km. para llegar a nuestro destino, hay  que ponerse en marcha y rezar para no toparnos con ningún imprevisto.

–Déjame echarle un vistazo a ese plano.- dijo Rino

El cabo nombró las posiciones defensivas basándose en el punto cardinal hacia el que se orientaban. Teniendo en cuenta que según la dirección de avance del pelotón, la posición que habían limpiado el día anterior era la posición Oeste y el punto de extracción se situaba a la derecha de la posición Este, observó dos posibles rutas: Una ruta mas larga y segura en la que se primero se bordearía la posición Sur, rebasando también la posición Este, accediendo finalmente al punto de extracción y una segunda ruta mas directa, en la que avanzarían bordeando la posición Norte, rebasándola y accediendo al punto de extracción. El problema que presentaba esta segunda ruta, era que tendrían que enfrentarse a una colina con un desnivel mas que considerable. Aparte de carecer de los medios necesarios para el descenso, estarían expuestos y en total desventaja si les descubrían.

–Aquí hay un desnivel bastante pronunciado. –Concluyó Rino–. Es arriesgado, pero recortaríamos considerablemente la distancia. Si queremos llegar a tiempo al punto de extracción no nos queda otra alternativa.

–Es  me temo. –Asintió Milej–. Bordear la posición Sur llevaría más tiempo.Pasaremos muy próximos a su asentamiento, pero tenemos que arriesgarnos.

–En marcha entonces –concluyó el cabo–. Sólo hay dos cosas que ayudan a avanzar con seguridad en terreno hostil, hacerlo más rápido que el enemigo o tener más munición que él 

                Jesenoma ahogó una carcajada, que intentó disimular sin demasiado éxito, acto seguido, sacó una libreta de uno de sus bolsillos y anotó la frase que Rino acababa de soltar mientras sonreía.

–Ya estás otra vez con la puta libretita... Un día de estos me vas a hinchar los cojones de tal manera que te voy a coger por el cuello y te la voy a hacer tragar  –Amenazó el mejicano–.

Rino era un tipo ingenioso. Siempre tenía una frase o una historia a punto para cualquier situación. Su elocuencia lograba que los que estaban a su lado se olvidasen por un momento de que estaban en una situación jodida. Con sus anécdotas y sus frases conseguía levantar la moral de sus compañeros en los momentos delicados, ó simplemente, lograba que todo el mundo estallase en carcajadas. Todo empezó como una broma, pero hacía tiempo que Jesenoma anotaba todas las frases o historias que Rino soltaba en una libreta que siempre llevaba consigo. Afirmaba que iba a escribir un libro en el que las recopilaría de forma ordenada y se lo regalaría a Rino el día en que se jubilase. Este se iba a titular "Las lecciones de Rino" y el maorí  ya tenía material para redactar una buena cantidad de páginas. Aparentemente, al mejicano no le gustaba que Jesenoma ejerciese funciones de cronista particular, aunque no podía negar que no le hiciese ilusión recibir tan peculiar regalo. El caso es que procuraba que este estuviese cerca cuando iba a contar alguna de sus historias, recalcando los mejores puntos de la anécdota, asegurándose disimuladamente de que su compañero tomase nota.


–Te pediré un ejemplar firmado, –bromeó Milej–. Ahora dejémonos de tonterías y pongámonos en marcha.